Septiembre

Aquí estoy sentada, agotada. Hoy no paré un momento.
Mañana vuelven mis padres y ya está todo en orden, así que me puedo relajar un poco.

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Durante una semana he estado esperando una respuesta que no ha llegado.
Ni espero que llegue.
Las situaciones, las circunstancias cambian como los sentimientos cambian.
Nadie tiene la culpa de dejar de sentir.
Aunque creo que la honestidad y la sinceridad no tienen nada que ver con esto.
Algunas personas somos torpes.
Pero no quiero que se confunda la tenacidaz con la pesadez o la torpeza con la pesadez.
Todo el mundo sabe cuando algo termina.
Tal vez el problema surge cuando no se quiere ver.
Es cierto que a veces no es el momento para continuar,
pero si se deja pasar ese momento es porque no se quiere luchar.
Se quiere olvidar.
Mi respeto a quien no quiere luchar, a quien quiere olvidar (u olvidó), a quien deja de sentir.
Pero no, para quien no es honesto, quien no es sincero o quien es cobarde.
Prefiero que me digan mil veces que no, porque quizás necesito oírlo, saberlo, leerlo,
darme cuenta...
No me gusta el silencio, siento que es indiferencia.
Y la indiferencia señala no sinceridad en sentimientos anteriores.